4.26.2010

Alguien ha decidido que el 23 de abril se festeje al Libro... esa decisión me llevó este 2010 a una librería en la que, después de pasear la mirada por la estantería encontré un diminuto marco negro que, en un fondo zanahoria, tiene un cartel de Germinal, película de Claude Berri, basada en una obra de Zolá.
Pregunté al librero si lo vendía y su respuesta fue, "pues... te lo regalo. Lo compré hace muchos años en la Cineteca". Y así, ese affiche está ahora junto a mi mesa de trabajo.
Germinal me recuerda que hace 15 años, quizá más, mi padre dejó su trabajo en una fábrica de transformadores y decidió ser cácaro en el Cine Guanajuato, que ponía música antes de cada proyección y en el intermedio... que nos invitaba a mí y a mis hermanos al cine. Fue por él que vi esta película que se tornó entrañable cuando cerraron el cine y despidieron a todos los empleados sin el retiro correspondiente; en aquellos años lo acompañé en la huelga que se trasladó al Cine Reforma hoy convertido en una megatienda, dormí con los huelguistas en las frías escalinatas de ese cine, puse las banderas rojinegras, pasé el bote ante unos ciudadanos a quienes les importó casi nada quedarse sin SUS CINES... la huelga no sirvió, como muchos movimientos obreros en este país. Y don Cata, doña Inés y mi padre, y todos los dulceros se quedaron sin trabajo. Así no'más.
Germinal sirvió también para que entre mi padre y yo hubiera un acercamiento, para que nuestra relación tirante lo fuera menos, para reconocernos, por fin, en la relación padre-hijo.
No sé si de verdad el 23 de abril fomente la lectura. Sé que si a alguien no se le hubiese ocurrido elegir esta fecha, yo no habría salido a ver a ese viejo amigo librero en una ciudad que no es donde nací, en una calle que no frecuento y menos hubiera recordado a mi padre. Que lo tengo...

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