Anoche la memoria anduvo de paseo: buscó en huecos, en rendijas y rincones, en ramas de pájaros sin lugar para dormir. Y encontró ruidos, cornisas que se desprenden, puertas sin destino, incendios, borbotones de agua, disonancias musicales... y silencio. Nada se mueve...
Qué tiene tu voz que agrede, que insiste, que martilla contra el hastío y las ganas de no ser; qué para distender mis labios, para amarlos con una sonrisa que se torna río, que busca sombra y con el salmón viaja a lo desconocido, que juega a sorprenderse entre rocas, en arena... Algo se mueve: sonrisa de labios. No es difícil saberlo, hay tanto por sanar...
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